El liderazgo político, y también empresarial, empieza a debatir cómo continuar el cambio de agenda nacional que se ha venido consolidando con los logros en seguridad y en confianza ciudadana y empresarial. Y cómo hacer para que estos logros se traduzcan en mayor democracia y equidad. El exPresidente Gaviria y el ex Alcalde Lucho Garzón han agitado el cotarro con su reciente reunión donde se proponen, según el propio Gaviria, “un Proyecto Político para el periodo post Uribe”.
El exPresidente Gaviria es quien más define este proyecto, pues el ex Alcalde Garzón hace, por ahora, énfasis en la mecánica política y en su polémica personal en el Polo. Señala así el exPresidente, que este proyecto “es para defender la democracia y para ofrecer una nueva visión de Colombia después de Uribe”…evitando el riesgo de que “lo que partió como democrático termine en una experiencia puramente autoritaria”. Por eso plantea la acción contra la reelección “porque nos parece que le hace un inmenso daño a la democracia”.Propone comenzar “por reivindicar la política” e insiste para ello en “castigar a los parlamentarios de la ‘parapolítica’ con la ‘silla vacía’ o sea dejándolos sin reemplazo cuando les sea dictada la orden de captura; defiende “los logros que el Presidente ha obtenido…en materia de seguridad, en mejorar el clima de inversión. La seguridad democrática es una política exitosa, que debe tener continuidad”, como lo señala categóricamente.
Mostrando que su propuesta es un proyecto de largo alcance, empieza a otear sus límites programáticos como alternativa al personalismo, proponiendo un proyecto que parta de “las reformas políticas, institucionales, en mejorar la calidad de la intervención del Estado y las instituciones y políticas públicas; creemos en la reforma agraria y en la necesidad de resolver los problemas terribles de concentración de la propiedad de la tierra por influencia del narcotráfico y el paramilitarismo”. Como se puede prever es un Proyecto Político alejado del neoliberalismo y más bien recargado hacia la socialdemocracia.
No es un proyecto que termina en el Partido Liberal ni tampoco en el Partido Liberal mas Lucho. Explícitamente señala “Es un proyecto que parte del Partido Liberal, que tiene que ser compatible con nuestras orientaciones pero que como proyecto nos trasciende”. Sin duda el exPresidente Gaviria ha sacado un arsenal de argumentos pesados que colocan la discusión por fuera de la mezquina circunstancia personalista de si Uribe continúa o no continúa. Propone al país una “gran coalición” programática que haría de la próxima campaña electoral un punto de inflexión significativo en el desarrollo democrático institucional.
De imponerse esta discusión programática, las próximas elecciones se centrarían en cómo hacer pasar a Colombia de los gobiernos de la guerra al gobierno del posconflicto; al de la reparación de las victimas -empezando por la tierra para los desplazados-. Colombia haría así el tránsito de lo rural a lo urbano: a la agenda de desarrollo empresarial y social, basada en instituciones con alternancia democrática, para hacer, efectivamente, Social y de Derecho nuestro Estado.
Creo que, independiente de la simpatía política que cada uno tenga, empezar a discutir un Proyecto Político de este calibre mejora la calidad de nuestra conversación, el ejercicio democrático y de vida y el próximo debate electoral. La pregunta que se impone hacerle al exPresidente Gaviria es: ¿Por qué arranca este proyecto de manera personalista –dirigiéndosela a unos importantes líderes políticos- en vez de planteársela directamente a todos los partidos y al país? Si de lo que se trata es de fortalecer la democracia frente al caudillismo, no corresponde estimular la división de un partido como el Polo, tan necesario para la consolidación del carácter plural del Estado y tan necesario para desmentir a los sectores que, alzados en armas o no, descalifican nuestras instituciones aduciendo la imposibilidad para la izquierda de acceder al poder por la vía democrática. Defender la existencia y el espacio político del Polo es tarea, no solo de la izquierda, sino de todos los demócratas de Colombia.
Arrebatarle el liderazgo y la iniciativa política de oposición al Polo –legitima acción en la competencia democrática- no puede hacerse por encima de las necesidades institucionales del Estado, como es la de darle, efectivamente, igualdad de oportunidades a la izquierda democrática. Fue el Presidente Gaviria con la Constitución del 91 quién abrió este espacio. Está a tiempo de continuar haciéndolo, proponiéndole al Polo Democrático como partido esta iniciativa y alejándose de dividirlos, pues esto no solo frustraría la grandeza del Proyecto sino que abriría posibilidades a una propia división liberal.
Si el exPresidente insiste en esa metodología, el escenario que podría resultar es el de la conformación de una coalición de centro entre Gaviria y otros, y una coalición de izquierda entre el Polo y otros sectores del Partido Liberal. Todos sabemos que el exPresidente Gaviria lidia con una facción liberal mucho más lejana a su concepción que la del Dr. Carlos Gaviria, pues el principio programático del cualquier proyecto de modernización política está en la defensa y retoma de la Constitución del 91. El resultado la pérdida de oportunidades para la oposición de ser alternativa de gobierno en las próximas elecciones.
Sólo después de que se diese el caso de la negativa o dilación del Polo frente a este Proyecto Político es legítimo avanzar en acuerdos con sectores de ese partido. Creemos que este criterio establece una metodología en la competencia política democrática en relación a los partidos debidamente constituidos y con una dirección reconocida por sus miembros. Cosa distinta es en los movimientos que giran en torno a una persona o líder como en el caso de Antanas Mockus, Sergio Fajardo, Angelino Garzón.
O aún en el caso de líderes como el exPresidente Andrés Pastrana que, si bien tiene una clara significación dentro del Partido Conservador, está claramente marginado de su dirección. Creo sin embargo que, este Proyecto Político debe ser dirigido a todos los partidos no sólo por adecuada metodología, sino como impulso a la discusión nacional necesaria para hacer que estas ideas se vuelvan fuerza material al ganar el cerebro y la voluntad de los colombianos.
Y así como es un desafío no dividir a la izquierda democrática, hay también otro gran desafío. Este Proyecto Político esbozado por el exPresidente Gaviria surge como una necesidad para un Gobierno del posconflicto o sea de reconciliación de los colombianos. Pero surge en la realidad y circunstancias de la política en este momento en el país: Es la terquedad reeleccionista de algunos uribista la que impone que, un proyecto de ‘ajornamiento’ estatal y social se vea o se presente, en muchos medios de comunicación, no como defensa de la democracia y la alternancia, sino como una jugada meramente electoral anti uribista.Porque, si se desea éxito a este propósito y si se le quiere quitar su sabor antiuribista, creemos que habría que plantearlo como la primera etapa del proceso de construcción de un Consenso Nacional en el que este Proyecto Político debe terminar convocando al Uribismo y al propio Presidente Uribe para llegar a un Acuerdo Fundamental que pueda definir un destino común de todos los colombianos.
>Creemos y lo hemos reiterado con insistencia, que si queremos efectivamente superar el conflicto y reconciliar a los colombianos no se puede pretender construir un Proyecto Político que excluya al Presidente Uribe y a la gran masa de colombianos que lo sigue. La formulación de un consenso de carácter nacional tiene como objetivos la inclusión democrática de todas las fuerzas que reconozcan la legitimidad institucional para dar paso a la libre competencia en el juego del binomio Gobierno-oposición.
Pero en las circunstancias actuales para terminar de superar el conflicto y separar el narcotráfico de la política, este binomio de Gobierno-oposición tendría que ejercerse sobre un Acuerdo Fundamental que, en mi modesta opinión debería: primero, excluir y castigar efectivamente todo tipo de violencia, constreñimiento y penetración mafiosa en el ejercicio de la política.Segundo, preservar los logros del actual Gobierno en seguridad y confianza, ciudadana y empresarial. Tercero, preservar la alternancia democrática para el ejercicio del poder que establece la Constitución, rechazando cualquier pretensión de ‘eternización’ caudillista. Cuarto, estimular el desarrollo empresarial y el emprendimiento, la competencia de mercados y la calidad de la intervención del Estado para el desarrollo de la equidad y la cohesión social. Quinto, asegurar una efectiva reparación a las víctimas, a partir de la verdad y con una reforma agraria que retorne la tierra a los desplazados y abra oportunidades a la superación del conflicto, y sexto, buscar una articulación más universal de Colombia en el mundo.
Sólo a partir de un ofrecimiento amplio y generoso de continuidad de los logros del Presidente Uribe se puede aislar al sector más contumaz del Uribismo, dándole reconocimiento al Presidente Uribe para que encuentre una interlocución que reconozca su legado, sin duda altamente significativo en las posibilidades de construir, por fin, un gobierno del posconflicto en Colombia. Si el Presidente Uribe sólo encuentra resistencia y oposición que desmerite su legado, casi es estimularlo a intentar su segunda reelección, debilitando el proceso de modernización y profundización democrática.
El exPresidente Gaviria tiene en sus manos una oportunidad histórica de brillar como el estadista que es, aislando los extremismos de derecha y de izquierda que impiden construir un Acuerdo Fundamental para que Colombia ingrese efectivamente en los gobiernos del posconflicto, en una clara y sana competencia democrática entre partidos, sobre instituciones modernas.
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