La operación Jaque ha sido el punto de inflexión de la guerra. Aclarando que yo no soy un especialista en el tema, me parece que hizo irreversible la terminación o superación del conflicto interno, en lo que queda al menos de su connotación política. No será un asunto inmediato pero será. No fue una operación más, es una transformación definitiva en vía a terminar esta excrescencia de la guerra fría, que ha jugado de columna articuladora de los conflictos colombianos. Ahora, la superación, en este sentido del conflicto, tiene alternativa cierta: vendrá o por el camino de la derrota militar definitiva de las Farc o por el camino de su transformación-desaparición tras allanarse a una verdadera solución política. La escogencia de uno cualquiera de estos caminos, en gran medida, depende de las mismas Farc.Hagamos, como introducción, una consideración fundamental: Si las Farc guardan memoria de los textos clásicos del ‘arte militar’, saben que quién se gane el corazón de las gentes ganará la confrontación. Y la Fuerza Pública se ha ganado no sólo el favor de la opinión, sino que, al tiempo, las Farc se han ganado el odio de toda la ciudadanía colombiana y de gran parte de la opinión mundial. La operación Jaque reconfirma en la opinión esta convicción, al recibir nuevas constataciones de la degradación de las Farc, de viva voz de todos los secuestrados. Así, el asunto capital esta sellado.
Las Farc no tienen hoy razon politica para su levantamiento en armas, pero estas “razones” han ido siendo reemplazadas por las conveniencias económico-sociales que da el poder local, y más abiertamente por el enriquecimiento y empoderamiento del narcotráfico. El resultado ya ha sido descrito por muchos: se creó el terreno de la victoria de las recompensas. La razón del éxito de la política de las recompensas, con la que se rompió su unidad militar, está en la desmoralización de sus gentes que va aparejada con la motivación, por los beneficios de la guerra y los negocios, para la acción de sus mandos. Cambiar el terreno de la política por los negocios abrió la puerta a las recompensas: en la economía es al que más ofrezca.
Pero acerquémonos a una mirada más específica a los asuntos prácticos o tácticos, si en mi ignorancia se me permite el atrevimiento del uso de palabras como táctica, propias de una nomenclatura de especialistas en temas militares. Las Farc hoy son algo menos que la mitad del número de combatientes que tenían cuando el Caguán, contingentes que desplegaron con arrogancia para una negociación que basaron en la intimidación. Diferentes entidades entendidas, aseguran que llegaban a cerca de 20000 hombres-fusil. Hoy no llegan a 9000 hombres, en condiciones precarias de avituallamiento y de mantenimiento de su equipo militar. Esta última circunstancia los ha llevado a alejarse de las formas más convencionales de la confrontación. La guerra la hacen hoy en base a artefactos explosivos, como las minas antipersonales, con lo que no sólo muestran degradación frente al DIH, sino también, su limitación logística y de recursos humanos. En apenas seis años de ejercicio de la seguridad democrática, se ha logrado no sólo, cambiar el tipo de armas de la confrontación, sino lo que es realmente importante, transformar el escenario de la iniciativa militar y política, que estaba en manos de las Farc, de sus audaces acciones y de la agenda que, como el canje, le imponían al país.
Hoy se empieza a lograr que el país no vaya detrás de su agenda: nadie puede seguir pensando con realismo en un canje de ciudadanos secuestrados por guerrilleros presos. Por el contrario, crecerá la colaboración ciudadana e internacional con la Fuerza Pública, y los rescates militares ya no serán descalificados de entrada: ni por la seguridad de los secuestrados, ni por el temor a acciones desbordadas de la Fuerza Pública, pues, la operación Jaque respetó la vida de los guerrilleros, que podría haber dado de baja, lo que es importante en el análisis de la infracción al DIH por el usó del símbolo de la Cruz Roja Internacional.
Recordemos qué audiencia tenían las denuncias de las Farc en los organismos de Derechos Humanos. Muchas de estas denuncias eran sobre la colaboración de hecho (y en casos convenida) entre los paramilitares y la Fuerza Pública. Estas denuncias, al tiempo que buscaban “justificar” la acción armada, limitaban la falta de colaboración ciudadana con la Fuerza Publica y el necesario rechazo al papel de las Farc en el conflicto. Reforzaban su carácter de invencibles, al pensarse que sin los paras era imposible su contención. Con ello las Farc obtenían otra ventaja militar: combinar en “su” saco la lucha por el cumplimiento del DIH y los derechos humanos de las ONG con la “justificación” del alzamiento en armas, al tiempo que ‘superlativizaban’ el miedo al “enemigo guerrillero impredecible”, no distinguible, no ubicable.La situación ahora es totalmente diferente.. Antes, aunque se anhelara, no se tenía certeza del triunfo de la Fuerza Pública, hoy se tiene esta certeza, en mayor o menor tiempo. Y se tiene certeza de que se puede y se debe hacer limpiamente, con base en el DIH. Esa certeza es la que ha permitido perderle el miedo a las Farc, a tal punto que el respeto que infundían, la gente lo empieza a transformar en burla.Pero centrémonos en los efectos que -al ojo de este ciudadano desconocedor de los secretos del arte de la guerra- tiene la operación Jaque. Creo que se podrían destacar tres condiciones de la operación, que a su vez fueron ratificadas o multiplicadas por la operación: son condiciones y resultados ampliados e irreversibles en cierta forma.
Ruptura del liderazgo político del Secretariado: la operación Jaque deja a todo el Secretariado en una precaria capacidad de dirección politica de las Farc, en particular a Alfonso Cano, al perder el hilo conductor de su politica en los últimos diez años: el canje, mal llamado intercambio humanitario.Si bien, con Manuel Marulanda al frente del Secretariado, también hubiese ocurrido la operación Jaque, su ausencia va a ser utilizada por los ‘militaristas’ para remarcar la falta de un liderazgo férreo, con una consigna aglutinadora para “justificar” la continuidad en la guerra y una capacidad politica y carismática apropiada a las mentalidades campesinas de las Farc. Un liderazgo que disminuya la pérdida de disciplina y de la moral en sus tropas.
La operación Jaque, que de hecho utilizó la visita de los medidores internacionales a Alfonso Cano, como colofón necesario para reforzar el engaño, será factura de cobro que los militaristas, con Jojoy a la cabeza, le empezaran a pasar Alfonso Cano: su capacidad como líder político y militar está en juego y la ausencia de alternativas le demanda audacia para transformar el revés militar en fortaleza política, para la única perspectiva en que podría ganarles la partida y fortalecerse: una futura salida negociada.
Al momento, todos los bloques y frentes han de estar viendo con mucho menor respeto al Secretariado y el ‘duelo’ por la muerte del ‘mito fundacional’ de Tirofijo puede transformarse en volatilidad organizativa. Si así fuese, vendría el aumento de las tendencias a la desmovilización individual de los guerrilleros, tendencias centrifugas o de federalizacion de los frentes, el aumento de las fugas de los mandos medios hacia el ‘narcotráfico puro’ y el aumento de las fricciones entre las tendencias de los jefes del Secretariado y el estado mayor. En una palabra se puede presentar lo que podríamos llamar una Brecha de Autoridad entre el Secretariado y el resto de las Farc, como ya se presenta de éstas con sus seguidores.
Ruptura del mando militar del Secretariado: dado lo anterior, y la condición desperdigada en el territorio nacional del Secretariado, la operación Jaque cuestiona y profundiza seriamente la unidad de mando militar y operativo de las Farc. Hoy es imposible una operación como las de los años 90, que signifique aglutinar frentes o columnas móviles de un mismo bloque y menos de diferentes bloques, no sólo por la acción de la Fuerza Publica, sino por falta de liderazgo militar entre los mandos de las Farc.
El debilitamiento, en casos cercano a la extinción, de los ‘frentes columna vertebral’ de los bloques distintos al oriental y al bloque sur, deja a los miembros del Secretariado, diferentes al Mono Jojoy y Joaquín Gómez, en una condición defensiva, inestable y dependiente de las acciones militares de esos dos bloques. Necesitan las acciones de éstos como factor de distracción de la Fuerza Pública en la persecución del resto de hombres del Secretariado. De cierta forma la seguridad de Cano, Iván Márquez, Timochenco, Pablo Catatumbo y otros del Secretariado, depende de la demanda de concentración de fuerzas militares que esos dos bloques le impongan a la Fuerza Publica.
La distribución por todo el territorio nacional de las Farc, que fue y todavía sigue siendo, una ventaja estratégica, hoy es al mismo tiempo una amenaza para la seguridad de algunos hombres del Secretariado, como se pudo ver claramente en el caso de Iván Ríos. El despliegue estratégico nacional de las Farc, su mayor recurso militar en este momento, puede ser la base de su propia fractura político-militar.
De los siete miembros principales del Secretariado, varios están dispersos y dependiendo de bloques menguados. Márquez y Timochenco en el noreste del país, en la frontera con Venezuela; Cano en el cañón de las Hermosas, en el centro del país; Catatumbo en la parte mas alta de la cordillera Central, entre el Valle y Cauca.Están sin comunicación en tiempo real y desconfiando de sus cordones de seguridad, con fuerzas que entre todos sumaran algo así como el 30% de las tropas efectivas de las Farc.
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Los únicos con un mando real de tropas, casi llegando al 70% de las Farc, son el Mono Jojoy al frente del bloque oriental y Joaquín Gómez al frente del bloque sur, que se reparten, según cálculos de los conocedores, en proporciones semejantes, cerca de 5500 hombres-fusil. No es ninguna coincidencia que estos dos jefes sean los más recalcitrantes frente a un arreglo negociado del conflicto y los más alternativos frente a la dirección de Alfonso Cano de las Farc. No es coincidencia que sus territorios sean abundantes en narcocultivos, en cristalizaderos y laboratorios, etc., y que tengan de hecho acuerdos con capos ‘puros’ del narcotráfico en la distribución territorial, económica y de poder local. Hagamos una digresión-consideración que podría aparecer apresurada, pero que tiene que ver con el cómo podría librarse la lucha interna, la pugna por el poder en las Farc. Valdría decir que Jojoy seria un factor de desestabilización de la jefatura de Cano, de atracción de los frentes a su acción, pero que por su formación, su estado de salud y la necesidad de mantener unidos a los “políticos” con los “militaristas” –aspecto esencial en la venta de la imagen internacional de las Farc- no sería la figura para jugar por el recambio de Cano como jefe: Joaquín Gómez, un “duro”, al tiempo que hombre con formación académica, podría ser factor de reemplazo sin peligro de ruptura, aunque haya cometido errores en vida de Marulanda que le hicieron perder puestos en la jerarquía militar.Ruptura del sistema de comunicaciones que permitió el diseño y el éxito de la operación Jaque. La forma como se realizó esta operación, no hay comunicación del Secretariado con los bloques y frentes y la que se establezca, no sólo puede ser captada en su totalidad por la inteligencia estatal, sino variada según las necesidades de la confrontación con la Fuerza Pública. En cierta forma, las Farc son un “ejercito” en manos del otro. Su sistema de comunicación esta perforado completamente y reconstruirlo será muy difícil en esta era de las comunicaciones. La comunicación de las Farc pasó del radio UHF y VHF, a los celulares, a los teléfonos satelitales y al computador. Todos esos sistemas fueron neutralizados: los primeros porque se convertían en señal para la ubicación y el último porque fue perforado por la inteligencia militar. De allí que la inteligencia del Estado pueda dar a conocer todo el cuerpo de comunicaciones de las Farc. Es que en esta época de la comunicación, cualquier sistema que se obtenga en el inmenso mercado de las comunicaciones, ya tiene un contra sistema de ‘perforación’ de su seguridad.
Tenderán por seguridad a volver a las formas primarias de su comunicación, la de ‘estafetas’ –recuérdese los “Sucres”, niños que se usaban como sistema de comunicación del ‘movimiento campesino’ que le dio origen a las Farc-. Pero esto, en una guerra moderna que exige tiempos reales en la comunicación, y ahora sin apoyo de la población, sería no solo arcaico, sino otra fuente de información para la Fuerza Pública, que podría comprar toda suerte de información, válida y no válida.
Su despliegue nacional y su unidad Las Farc tienen un desafío en su futuro inmediato en el terreno de la comunicación, que no es sino otra cara de la ruptura del liderazgo y del mando militar. Veamos. La ventaja militar que le queda a las Farc es su relativa presencia en el territorio nacional: con esa presencia todavía puede afectar y generar conmoción ciudadana, en momentos y lugares puntuales.Pero este despliegue estratégico nacional de las Farc, uno de sus más importantes recursos, empieza a tornarse en una amenaza. La falta de una comunicación entre sus frentes y de estos con el Secretariado, hace que la capacidad de dirección se relaje y aumente el riesgo de una diáspora de frentes, convertidos en bandas que transformarían el escenario del conflicto.
El dinero de la política de recompensas por un lado, y el dinero en manos de los frentes ligados a la cocaína directamente, aumentarán las deserciones: unos hacia el establecimiento y la democracia y otros hacia el narcotráfico. La idea o enseñanza en la base es que un ejército que basa su fortaleza en el dinero, tiene en él la base de su propia derrota. Como dijo Villalobos la cocaína derrotó a las Farc. Es la cocaína la que puede cambiar el escenario del conflicto. Resulta conveniente por eso, indagar también las perspectivas de evolución de las Farc.Los escenarios futuros de las Farc y del conflicto son cada vez menos y si se quiere son escasos. No dependen únicamente de las decisiones de las Farc, sino también del Gobierno. Los escenarios políticos pasan obviamente por la liberación unilateral de los civiles secuestrados. Los escenarios delincuenciales o de bandolerización tendrían como base la continuación del secuestro. Veamos.
Escenario de negociación inmediata: corresponde a una respuesta de las Farc a la oferta del Presidente Uribe, resumida en su frase: “la única factura de cobro por la operación Jaque es la paz”.Esta oferta tiene un doble valor, primero, reafirmar el compromiso del Estado de que la lucha es por la paz y la derrota de la violencia y no por el exterminio de las Farc. Y segundo, le da al Gobierno la iniciativa en la construcción de la paz. Pero viendo la situación con realismo, es muy difícil una respuesta positiva de las Farc. Si lo hicieran aparecería “hacia adentro y hacia fuera” como el reconocimiento de la derrota. Tal vez, dejarán decantar estos golpes mientras afirman su dirección interna. En el entretanto, el Gobierno seguirá fortaleciéndose en la correlación militar del conflicto, y políticamente con la oferta de la paz. El escenario se podría llamar ‘al que no quiere caldo se le dan dos tazas’.
p align="justify"> Escenario de la bandolerizacion de las Farc: es el que menos conviene al Gobierno y si se quiere, depende tanto del Gobierno como de las mismas Farc. Si llegara a primar en el Gobierno una “posición exterminadora”, intentando sumar al cerrojo militar, que ha impuesto la Fuerza Pública, un cerrojo político, el riesgo de una bandolerizacion y diáspora de los frentes es alta. Es un escenario que saludarían los jefes más descompuestos y narcotizados de las Farc y que podría arrojar a las Farc a los brazos de los capos mafiosos. Sería el perfeccionamiento de la alianza con las Águilas Negras, dando por resultado una descomposición completa del conflicto, la pérdida de lo que le resta de político. Se podría vivir aquí el tipo de bandas que, como en Brasil, azotan la sociedad y al Estado en “la explotación violenta de lo insoluble”, como lo hace Marcola, un bandido que, con gran argumentación, defiende la violencia como objetivo mismo de su “filosofía”.Escenario de la ‘huida hacia delante’: si la operación Jaque no agudiza la diferencia entre Cano frente a Jojoy y Joaquín Gómez, si se mantiene la mínima unidad de mando que detenga la división ‘70/30’, si prima la politica, un escenario posible es el de una ‘huida hacia adelante’, que se concretaría en conquistar un espacio de consideración a partir de la liberación de todos los secuestrados, como cuota inicial de demostración de la opción política.En este escenario sería necesario –con el consentimiento y conocimiento del Gobierno- establecer una interlocución confidencial con los dos centros neurálgicos de poder que definen su calificación como terroristas: EU y la UE. Este escenario les demanda mostrar compromiso con el DIH y superar su visión primaria frente a EU, para aprovechar la complejidad política del Estado americano. La presentación de este escenario privilegiaría como facilitadores confidenciales a una fundación de paz calificada en EU y a una fundación correspondiente en Europa, para abrir un proceso cierto de soluciones humanitarias y de preparación hacia la paz. Paz que es más fácil de obtener en el marco de un Acuerdo Fundamental Incluyente de carácter nacional, que en una mesa de negociación bilateral entre el Gobierno y las Farc.
Repitamos que cualquier escenario o iniciativa en este terreno no puede hacerse sin la compresión y aceptación del Gobierno. El Presidente Uribe tiene todas las condiciones y ha mostrado después de la operación Jaque, la grandeza necesaria para inscribirse en la Historia como el hombre de la paz de Colombia y no como un guerrero más, la oportunidad de ser el Estadista Histórico. En su compromiso está derrotar politica y militarmente a las Farc, pero no exterminarlas: la victoria hay que saberla administrar. El estadista es magnánimo en la victoria. El Presidente Uribe elevaría así la cohesión social y traería el país a la modernidad y a la urbanización y le saldría al paso a la transformación del conflicto, evitando que los reductos de las Farc sean subsumidos y articulados por el narcotráfico.
El Presidente Uribe sabe, más que nadie, que ha de facilitar y participar en el estimulo a una iniciativa que les permita ‘huir hacia adelante’, siempre y cuando las iniciativas se hagan para rebajar la violencia y no para reencauchar a las Farc.Valga aquí advertir que un escenario como ese, debe cerrarle paso a la pretensión, por imposible y contraria a la conveniencia, de enfrentar las decisiones del Gobierno americano a las de su aliado estratégico el Gobierno colombiano, viejo sueño de izquierdistas y aun de algunos trabajadores de paz, que hemos confundido frecuentemente este terreno. Y esto aplica para cualquiera sea el candidato o el ganador de la contienda electoral americana.Es posible que este escenario las Farc no lo consideren inmediato, y que el Presidente considere necesario terminar su obra con otra reelección, lo que convertiría este asunto de las Farc en una suerte de ‘impase validador’. La reelección no se puede seguir sustentando en la liquidación de las Farc. El asunto de las Farc es importante de resolver, pero secundario frente al desarrollo de la democracia colombiana en su conjunto.
Las Farc no ‘valen’ la división de los demócratas ni de la democracia colombiana. Las Farc no valen la división de la sociedad ni el estancamiento de su sistema de alternación política y de evolución generacional. La resolución del ‘impase validador’ también debiese ser producto de un Acuerdo Fundamental que de continuidad a la seguridad democrática y que permita superar la “validación” del continuismo del conflicto.
Repitamos: La labor sería sacar la solución del tema de las Farc de una mesa de negociación Gobierno-Farc a un proceso nacional por el Acuerdo Fundamental, que las incluya marginalmente, abriendo camino a una ‘iniciativa internacional confidencial’, pero con apoyo de la diplomacia, para terminar de aislar las influencias inestables y conflictivas regionales.
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