lunes, 15 de marzo de 2010

COMUNICÁNDOME POR INTERNET CON MI VIEJO YA MUERTO.

Agosto 2008

Estaba oyendo OI’ Man River, una vieja canción de los boteros del rio Misisipi y recordando a mi papá, la persona que me la hizo conocer. Me preguntaba ¿cómo un judío ruso, moldavo, al que la primera guerra mundial le privó de la escuela, apenas a los seis meses de iniciar su primer año, cómo conocía de aquellas culturas tan distantes y diferentes? ¿Cómo aquel hombre cultivado a sí mismo, desde que perdió su Jeshivá, aquella precaria escuela que nos describía a la hora de la mesa, dirigida por su tío, Rabí Mortje Molinitzer –al que le debo mi nombre-, cómo ese ‘ruso aculturizado’ pudo haberse metido en el alma profunda, en el sentimiento negro, ese de las oquedades afroamericanas?

¿Cómo había podido conocer en aquellas épocas, tan rudimentarias en comunicación, los años 20 y 30, los movimientos culturales y sociales de esos estados profundos de Louisiana o Alabama? Yo tengo ahora Internet, Google, YouTube, para oír y comparar ‘todas’ las interpretaciones de la música del mundo y saber qué aspiración social las originó. ¿Cómo sabía él que la interpretación de Frank Sinatra –que era la que oía en ese momento- de Old Man River no alcanzaba la de ese bajo profundo, Paul Robeson, que era la interpretación que él consideraba la más intimista, la más representativa del alma ofendida de los ‘esclavos’ de EU, libertos de palabra, pero humillados y segregados de hecho, a lo largo de la cuenca del Misisipi?


No importaba tampoco el sacrificio, sólo importaba el propósito de un mundo lleno de dignidad y justicia. Por eso, muchas veces paraban con su humanidad en la cárcel, como paró Paul Robeson. O mi padre, aquel día que vinieron a llevárselo preso, porque los indios de Planadas, en el Meta, se sublevaron. Y esto que para él resultaba desconocido, posiblemente más lejano que las calles de New Jersey, donde había nacido Paul Robeson, o de New York donde había luchado. Sí, los indígenas de Planadas se habían levantado contra el despojo de sus tierras por los colonos, pero ni siquiera estábamos informados. Nadie sabía. Y sin embargo se lo llevaron preso. Porque para el Gobierno de aquellas épocas, la desazón social debía ser conjurada, confinando en la cárcel a todos los que hablaran de un nuevo mundo. Y así sucedió en otros casos.Pues, pienso en verdad que él y otros tenían su “Internet”. Hoy pienso que los hombres siempre hemos buscado nuestras ‘internet’. Él tuvo la suya en “su” internacional comunista que les ‘comunicaba’ lo que pasaba en otros lejanos mundos. Sí, por parcializada que fuese esa información ¿cuál no lo es? por interesada que fuese, les ponía en contacto con otros pueblos y otras culturas, con otros hombres, como Paul Robenson, que sufrían persecuciones por su activismo político a favor de los Derechos Civiles y Políticos de las minorías negras o por su lucha por la Paz Mundial. Y esta lucha era en el mundo y por el mundo. No importaba dónde se naciera sino dónde se luchara. Con mayor razón, si era en la ‘Meca’ de la democracia, Estados Unidos.

Sí. Para aquellos pioneros del compromiso por ‘una sola humanidad’, ciudadanos del mundo, para aquellos primeros luchadores por la dignidad humana, sin fronteras nacionales o raciales o religiosas, la Internacional Comunista, la Cominter fue su Internet, pero en aquella ‘Internet’, que paradoja, no figuraba Planadas, Meta. Había que ir a la cárcel sin saber por qué..

Hoy “mi” internet es, efectivamente Internet. Mi camino al mundo, a la unidad y universalidad del ser humano, a su dolor pero también a su creación infinita y liberadora: allí, en Internet, hay un arma de los pueblos que no proveyó la política, sino la ciencia y el desarrollo tecnológico que ha estimulado el capitalismo. Arma inconmensurable en ‘sabernos unos, los mismos’, cívicos, republicanos, hombres a secas, sin más identificación que su password, por cuya eficacia los falsos herederos del comunismo, tanto en China como en Cuba, o en donde se hayan impuesto las llamadas ‘dictaduras del proletariado’, la han condenado a su negación, precisamente oh paradoja, para los hombres comunes y corrientes.

Fue a través de Internet, por YouTube, que pude escuchar OI’ Man River interpretada por Paul Robeson en una versión de 1928 y otra de 1936. Fue allí que entendí la insistencia de mi viejo, Yohir Akerman, don Julio como lo llamaban todos los demás, cuando me decía que la versión de Paul Robeson, que nunca pudimos conseguir para escuchar juntos tenía un ritmo, una cadencia y un dejo de tristeza y al tiempo, de realismo-certeza del cambio de ese mundo, que no se conseguía en la versión de Frank Sinatra.


Y oí por Internet la interpretación de Paul Robeson, la de Sinatra, la de William Warfield, algunos dicen que es la mejor, la de José Nelson, la de la opera rusa…y podría seguir con las centenares de versiones que pude escuchar y comparar y supe porque mi viejo amaba la de Robeson. No era para Robeson una canción más. Era un compromiso con la libertad y la igualdad de los hombres indistintamente del color de su piel o de su religión: no era una interpretación, era un compromiso, ¡una vivencia!.

Y conversé por ese canal, YouTube de Internet, nuevamente con mi viejo, con el viejo bolchevique frustrado. Desengañado al final de su vida del producto de la revolución y de su propia-malograda vida. Conversé con aquel hombre, sediento por sus ilusiones frustradas, pero pletórico o husmeante de futuro-cierto en una sociedad que reconozca al hombre y no a la ganancia como razón última de vida. Y pensé y le digo ahora: Yurele, viejo mío, tal vez este Internet que nos permite escuchar “juntos” lo que nuestra pobreza y pequeñez no nos permitió en vida tuya, tal vez este instrumento “milagroso” de la ciencia, sea más que la política. Tal vez sea no sólo el camino para que podamos nuevamente estar “juntos”, tu y yo, sino para que los hombres del mundo estemos todos juntos. Con internet fui al pasado, tal vez con él vayamos al futuro.

Tal vez, este que ha sido el instrumento por excelencia de la campaña de Obama, -posiblemente la reivindicación de esos ‘esclavos’ modernos en EU- permita que los hombres todos empecemos a encontrar la razón y sentido de la libertad-igualdad: no es que los hombres ‘seamos todos iguales’, o ‘todos libres’ ¿de toda propiedad y por tanto libres para morir de hambre? No, es la libertad-igualdad para que frente a las mismas oportunidades sólo nos diferencie la utilización de nuestra inteligencia y el empeño que hagamos con ella. ¡El desafío, qué desafío, es saber si es posible construir una real igualdad de oportunidades!

¡Qué feliz estuve contigo en esos momentos! Qué tan íntimos y profundos esos momentos. Sí mi viejo, Internet es un buen medio de comunicación también para encontrarte en el cielo. Allá estaremos esperando que los hijos de nuestros hijos encuentren, como encontrarán, felicidad y razones tan trascendentes como por las que tú viviste ilusionado y cierto de la superación humana.

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