La seguridad democrática ha sido la razón y el instrumento para el éxito del Gobierno del presidente Uribe. Pero como seguridad para todos ha quedado seriamente desafiada por quién menos se creyera: un avivato comercial, que como los vendedores de paraísos y nirvanas y seguramente apalancado por los dineros del narcotráfico, ha jugado con las necesidades inmensas e insatisfechas de centenares de miles de colombianos.
La larga maduración de esta crisis ha dejado al desnudo la anatomía ¿”estas carnitas y estos huesitos”? de la seguridad de Uribe: Tenemos por Gobernante un jefe de la Fuerza Pública, pero no hay Jefe de Estado.No hubo quién sintiese las angustias de los de abajo, quién asumiera preventivamente, a tiempo, la defensa de los millones de limitados ahorros y ahorradores, para que con todos los instrumentos del Estado y la ley, evitara que los pobres entregaran su economía a los pregoneros de milagrerias. Ya sabemos que había instrumentos legales, mejores y más seguros que la ‘Emergencia Social’.
El Estado está obligado a prevenir, evitándolo, el abuso sobre los débiles: ¡esa es razón primordial de su constitución! Y el Gobierno es quien lo encabeza.Pero la defensa de los pobres no aplica en el sistema de este Gobierno dedicado a dar seguridad, contratos y ventajas tributarias a los ricos. Fueron indolentes e indiferentes cuando de los pobres se trataba. Ahora, con semejante crisis social que se nos puede venir encima, como preámbulo de la crisis económica que apenas comienza, Colombia quedó abocada a una fractura social que puede “poner por fuera del Estado” el cinturón de miseria periférico de esta sociedad.
Se desquebraja el contrato social que nos da inclusión en el mismo Estado? ¿Vivimos los colombianos bajo la misma cultura y compromiso? ¿Para que les sirve el Estado a esos millones de ciudadanos que en la periferia del país y de las grandes ciudades, deambulan husmeantes de pan, oportunidades y trabajo? ¿Se refugiarán en cualquier chisgarabís populista que podría florecer en este su ‘agosto a menor costo’?Ya veremos. Ahora, y mientras tocamos fondo, se tratará de sortear y sellar la tragedia con la lápida de que los ‘piramidistas’ “estaban esperanzados en los rendimientos del lavado de dinero” ¡Ya está bueno de que nuestro “liderazgo nacional” esconda la ineficiencia de nuestra economía-social y de nuestro Estado en ese falso moralismo frente al narcotráfico!.
Lo condenan cuando no les está comprando sus fincas y propiedades o aceitando el sistema financiero o brindándoles la mano de obra del trabajo sucio de la seguridad paramilitar, pero no hacen nada real para asegurar una desconcentración de la riqueza y las oportunidades, de manera que efectivamente podamos superar esa moderna plaga “bíblica”.Este país empieza a parecerse a un barco a la deriva, con un capitán vociferante, promesero y televisivo como cualquier DavidMurciaGuzman, que como todo caudillo-capitán está sólo y busca estar sólo, en el pináculo de la pirámide de la seguridad ¡siempre que esa seguridad no sea humana! Esto es, siempre que esos otros asegurados, los trabajadores del rebusque, temporeros y excluidos, no reclamen desarrollo humano e inclusión social.
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