Hola doña Marlene: permítame este trato de confianza. Ud. no me conoce pero yo a usted sí, por sus escritos y ahora por ese tremendo, desgarrador y bello poema de ECTÓPICO. Ud. no puede despedirse, Ud. no puede irse, Ud. nos alimenta críticamente con sus análisis. Ud. nos pertenece desde cuando nos exigió anteponer la razón frente al prosaico e indolente proceder del "poder de los pudientes" y abrir el noble sentimiento frente a la debilidad agredida de los desposeídos. Nada la podrá apartar ahora de nosotros. No hay enfermedad capaz de doblegar las almas indómitas que anidan de una estrella a otra y que, como en las Fugas de Bach saltan en corcheas y semicorcheas, en fusas y semifusas de una melodía a otra, para que en Contrapunto, nos entreguen la armonía del Universo. Le deseo un corto 'ir y venir' para que su electrónica compañía nos siga demandando y acompañando.
Ectópica
Habitante de una rosa, radiante
Entre la interminable cópula, he figurado
Al humano creador, dualidad
Terrícola y sideral (y no lo sabe).
Tuve culpa frente a mi poder,
Y la luz divina que me engrosa
Fue también mi feroz enemiga.
Desde esta misma ventana, compañera
Paralela, añoré mi lejano origen
Galáctico. Y en la heroica montaña, cada tarde
Mi tristeza de cautiva luna.
Voy a morir
Y no quiero, como todos
No puedo: cada célula de este organismo,
Memoria de pudrición y eternidad, me dice
Que soy inmortal,
Que mi patria es el espíritu.
Todo aquí ha sido y será negación
Y desafío, la familia, la universidad, el Estado…
El permanente ultimátum
De mi aliento, rival de la fuerza
Fragmentaria, dueña del mundo.
Lo saben
El poema y la entropía,
Que aventurándose han partido
Y aún no logran ver al Único, cuya sombra
Embustera
Continúa enloqueciéndoles.
Y aún en lo inhumano siento
El remoto centro, sin número
Ni espacio, y esa frágil prueba
Ahora es mi amor, mi última
Pelea
En el sueño
De las horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario